¿Nos asusta el arte? ¿Nos vemos indefensos ante los colores,
formas y demás, aparentemente – así se ha dicho siempre por “cultura”
popular- dispuestos al tun tún? ¿Nos sentimos más cómodos cuando estamos
frente a una obra la cual podemos entender, donde diferenciamos cada uno de los
elementos y todo nos es, más o menos, familiar?
Soy consciente que existe una antítesis entre dispuestos y al tun tún ya que disponer supone proporción, mientras que, cuando “altuntuneamos”
no tenemos en cuenta todo lo relacionado con el orden. Me da igual. No voy a
cambiar la frase, me gusta así. Tampoco creo que la gente se pare a analizar
estos dos términos. ¡Cuidado! No estoy, para nada, diciendo que seáis
ignorantes.
Y ¿por qué la gente no considera arte a eso que es menos
común, a lo que no reconocemos a simple vista, a lo que no nos es familiar, a
lo que no nos transmite esa calma que nos puede transmitir un cuadro del
paisajista John Constable? Todos hemos escuchado decir la típica frase de “¡Esto
lo hacía yo en primaria!”
Pues mira, quizás sí que lo hacías y el problema fue de
aquellos que tenías a tu alrededor que no lo supieron apreciar ni reconocer como
eso, arte.
¿Puede que, yo y los que piensan como yo –supongo que los
habrá-, nos hayamos vuelto locos –cosa que no niego, al menos por mi parte- y
tengamos que, entre todos, reconsiderar aquello que definimos como arte?
Son muchas las preguntas y pocas las respuestas. Si creíais
que respondería, no va a ser así. Yo sólo pregunto, que es lo que se me da bien.
Lo de argumentar, que lo hagan otros que a mí se me da muy mal.
Los que me conocen ya lo saben.
En reuniones y debates, casi
siempre me mantengo al margen. Prefiero observar, sacar mis propias
conclusiones y no entrar en la dinámica de opinar. Siempre he creído que no es
importante mi opinión, que no quiere decir que me crea o me sienta inferior. Pero,
hasta cuando me hacían redactar textos argumentativos lo pensaba. ¡Qué coñazo! Ponerse
a pensar, contemplar las múltiples posibilidades y, finalmente, tener que
decantarse por una.
Pues no, ¿por qué tengo que decidir entre blanco o negro? ¿No
puedo elegir gris?, que también existe. Pues para eso me callo y ya está. Soy yo
el que pregunta, no el que responde. A lo periodista. Que conste, que no
pretendo ser arrogante. Si lo parezco, es fruto de vuestra imaginación, ¡amiguitos!
Como dice mi amiga –aprovecho para saludarte- , ¡llamadme
rebelde, si queréis!
Pues eso, que he empezado hablando –o, al menos,
intentándolo- de arte y termino hablando de nada –de Carmen Laforet-. ¡God, qué
chispa que tengo, take me soon!
¡Por cierto!, amigas y amigos, no intentéis buscar el
sentido a todo lo escrito, no lo tiene. Os lo dice un servidor, el creador.
Pero sí, podéis contestaros las preguntas, si creéis que no vais a poder
dormir.